sábado, 23 de agosto de 2008

Wichí: Luchando Por Sobrevivir En Argentina

"Llamamos a los colonos ahatai que significa en nuestras propias palabras 'espíritu de los muertos' (ahat) y 'demonio' (Ahataj). Cuando llegaron por primera vez en 1902-3 sus comidas eran extrañas para nosotros. Nuestros abuelos tenían miedo de comer la harina de los ahatai, pensando que era un producto venenoso. Por eso lo dejaron hirviendo en el fuego, temerosos de morir si lo comían. Luego una mujer anciana dijo a sus hijos, 'estoy vieja y ya me quedan pocos años por vivir, por eso lo comeré. Si muero a causa de ello ustedes no lo comerán.' Así aprendimos a comer las comidas de los ahatai.”

Inclinados en el agua enlodada, sujetando las cuerdas de las redes entre dos postes, los pescadores Wichí detectan los peces observando sus movimientos en la superficie del agua. Sumergiendo la red en el agua y columpiándolo hacia abajo, los peces son capturados envueltos en la trampa. Con prontitud y con un impacto mínimo en el medio ambiente acuático, un recurso natural produce una comida nutritiva. La serenidad de los pescadores, sin embargo, oculta la crisis más profunda que han enfrentado los Wichí. Durante 90 años, los Wichí han sufrido la invasión gradual de extranjeros en su territorio. Lo que fue una vez una tierra fértil llena de arboles y arbustos se ha convertido en un desierto seco, arenoso y junto con otras plantas varios tipos de animales que los Wichí cazaban han desaparecido. Hoy en día, los Wichí no están en peligro de extinción, pero aunque son numerosos, su forma de vivir tradicional está desapareciendo. Como respuesta los Wichí están organizándose y luchando desesperadamente por asegurar su territorio.

La ocupación del territorio Wichí atestigua la versión argentina del “Destino Manifiesto”, ideología que siguieron los colonizadores del este de Norte América. Desde la llegada de los Europeos, y particularmente desde el comienzo del siglo XX, los Wichí han sufrido malos tratos así como serios ataques violentos en que muchos indígenas murieron. Los colonizadores siempre armados, no sólo han introducido enfermedades, pero también ganado que perjudican la tierra frágil y árida de los Wichí.

Hoy en día, los Wichí son todavía una población numerosa. El número aproximado de la población Wichí varía entre 20,000 a 50,000 personas que viven en el sudeste de Bolivia y noreste de Argentina, en una región semiárida conocida como el Chaco. Las comunidades Wichí tienen su propio territorio, pero frecuentemente seis o siete comunidades comparten las regiones. Comúnmente, en la sociedad Wichí cada comunidad incluye uno o más clanes, los hombres se van a vivir en la comunidad de su esposa cuando se casan.

Los Wichí tienen una relación muy estrecha con sus alrededores. Sus casas pequeñas hechas de lodo y ramas se adaptan fácilmente a las altas temperaturas de 50 grados centígrados bajo sombra en el verano. Durante los meses del invierno seco, los Wichí dependen del pescado del río Pilcomayo. En los veranos húmedos, cultivan maíz, sandías, frijol y calabazas que crecen en sus jardines que están protegidos de las invasiones del ganado de los colonizadores con espinas. Los Wichí cazan venados, armadillos, iguanas y pécaris, y durante todo el año buscan miel salvaje. Los vecinos de los Wichí como los grupos indígenas Iyojwaja, Nivaklé, Qomlec y Tapy'y viven con ellos frecuentemente, y en algunas ocasiones se casan dentro de la sociedad Wichí.

“Nuestra tierra está muerta , y nosotros nos estamos muriendo de hambre”

Los Wichí siempre han sufrido períodos de hambre pero la vida nunca había sido tan dura como hoy en día, la mayoría de los animales han desaparecido., y su medio ambiente drásticamente se ha desertificado—un desierto arenoso donde el ecosistema de pastos había antes florecido.

Según la definición de la UNEP (Programa Medio Ambientalista de las Naciones Unidas), la palabra “desertificación” no significa la expansión de desiertos pero la creación de las condiciones de un desierto verdadero en tierras áridas, las cuales hacen un 35 por ciento de la superficie de la tierra, un fenómeno que se estima puede amenazar la vida de un billón de habitantes, incluyendo a los Wichí. En noviembre de 1995, una coalición de donantes, gobiernos, organizaciones no gubernamentales y grupos de base se reunieron en una conferencia de dos días convocada por el Fondo Internacional del Desarrollo de la Agricultura de las Naciones Unidas (IFAD) con el propósito de unir esfuerzos y combatir la desertificación como una prioridad.

Para los Wichí, la desertificación se traduce en hambre. El hambre debido a que sus recursos tradicionales alimenticios están desapareciendo. En el invierno dependen del pescado que traen del río Pilcomayo y en el verano de verduras que crecen en sus jardines en la poca tierra que todavía les queda. Muchas veces, los jardines de los Wichí protegidos con espinas son pisoteados por el ganado de los colonizadores. Las frutas salvajes y las cerezas que antes recolectaban y los animales que cazaban ya desaparecieron. Además de todo, el río Pilcomayo es amenazado por el proyecto de desarrollo Hidrovía (ver abajo).

Entre estos problemas está el del gobierno de la provincia de Salta y su rechazo continuo de otorgar título del territorio a los Wichí . El área en disputa, conocido como parcelas de tierra 55 y 14, incluyen aproximadamente 138,000 y 186,000 acres respectivamente en donde viven como 5,000 Wichí, y otras pequeñas comunidades de pueblos Chorote, Toba y Chulupí .

En 1987, el Gobierno de la provincia legalizó una nueva ley que reconocía los derechos de tierra de los colonizadores y propusieron dar título de una parcela de tierra a cada colonizador así como también a cada una de las 30 comunidades Wichí de la región. Para ese entonces los colonizadores ya se habían establecido en las tierras más productivas, y los Wichí sabían que este hecho dividiría la región en cientos de pedazos de tierra, poniendo en peligro sus derechos al resto del territorio. Este hecho es inconstitucional bajo las leyes internacionales y Argentinas.

En 1991 los Indígenas que trabajan con la organización no gubernamental, Survival International, en Gran Bretaña, escribieron un reporte en donde explica que por lo menos 162, 000 acres esparcidos en las dos parcelas de tierra número 55 y 14, tradicionalmente pertenecen a los Wichí. A finales de ese año, el Gobierno de la provincia firmó un decreto (No. 2609/91) que reconoce la región como territorio indígena, y pide que se reconozca como ley. El nuevo Gobierno de Salta no hizo nada inmediatamente para que este decreto fuera válido lo que provocó una situación dramática. A finales del año pasado antes de finalizar su período presidencial el mismo gobierno presentó al parlamento de la provincia un borrador de una propuesta sobre territorio que va en contra de los intereses de los indígenas y, si se aprueba, les privaría de enormes extensiones de su territorio.

Como resultado de la deterioro del medio ambiente, los criollos también se están volviendo más pobres. Haciendo un esfuerzo desesperado por salvar sus vidas, los criollos están evitando que los indígenas tengan control sobre las pocas tierras productivas que quedan. A los hombres les prohiben cazar animales (algunas veces a punta de pistola), las mujeres que cosechan frutas silvestres son amenazadas, y en algunos casos les han negado el acceso a los pozos de agua que son básicos para sobrevivir. El ganado de los criollos al no encontrar más pasto para comer, invaden los jardines de verduras de los Indígenas, muchas veces en una sola noche destruyen toda una plantación.

“Nos amenazaron diciendo, 'Indios, no vengan por estos lados. Soy el dueño de esta tierra y no me gusta que los Indios entren aquí.. Si quieren cazar tienen que pedirme permiso- si no los mataré.' . . . Ellos no son dueños de esos recursos. Lo que nosotros los Wichí usamos para vivir no le pertenece a nadie. Le pertenece a Dios,” declararon a Survival International en 1994.

Bajo la presión de integrar la economía argentina en el sistema del libre mercado , Mercosur, el gobierno emprendió un plan de desarrollo regional que une Paraguay con el noreste de Argentina y Chile con Brasil, y finalmente el Pacífico con el Atlántico. Este proceso de “desarrollo' significa que inevitablemente los Indígenas serán echados de sus comunidades, y los conflictos sobre territorio empeorarán.

Sin siquiera una mínima consulta con los Wichí, se está construyendo un puente en el río Pilcomayo (en la frontera de Argentina con Paraguay) junto a un Pueblo Indígena llamado Nop'ok'Wet (La Paz). Se avisó a los Wichí que su comunidad será remplazada por una ciudad fronteriza. El gobierno también tiene planes de construir una carretera que cruce el territorio Wichí para conectarla con Tartagal.

El inmenso proyecto de la vía fluvial industrial de la llamada Hidrovía Paraguay-Paraná , es también parte de este plan. Este proyecto es dirigido por los cinco gobiernos de l la cuenca de La Plata. Dicho proyecto propone ensanchar y profundizar los canales de los ríos Paraguay y Paraná, que sería el segundo sistema de agua más grande de América del Sur. Este proyecto permitirá a los barcos que navegan por el océano tener acceso al puerto Cáceres, Brasil , localizado a 2,100 millas desde la boca del río. Bajo este plan todavía estudiado, los ríos van a ser canalizados, enderezados, y dragados, las corrientes de agua que desembocan en el río se cerraran y las rocas a lo largo del río serán destruidos con dinamita. El Pantanal, la ciénaga más grande del mundo, es uno de los 93 lugares que van a ser dragados.

Los indígenas como los Wichí que dependen de los ríos son el blanco del proyecto Hidrovía. Los efectos en el medio ambiente podrían ser desastrosos empeorando sus condiciones de vida que ya son de hecho preocupantes.

En 1990, los Wichí decidieron organizarse. Los Wichí pronto se contactaron con Survival International, pidiendo el apoyo de dos antropólogos de confianza. Los Wichí dedujeron que el gobierno anularía la ley si se demuestra que el territorio les ha pertenecido por cientos de años. Lo que ellos pedían al gobierno era que reconociera sus derechos territoriales y desalojara a los colonizadores. Ellos decidieron llevar a cabo un censo de la población Wichí; dibujar un mapa de cada comunidad; grabar la historia oral de sus vidas en su territorio antes y después de la colonización. Lo más importante que hicieron fue recopilar un mapa general de todo su territorio que muestra todas sus comunidades con sus respectivos nombres en la lengua Wichí. Esto es una evidencia irrefutable del conocimiento profundo que tienen los Wichí de su territorio.

El 7 de agosto de 1991, el censo y el mapa fue presentado formalmente al gobernador de la provincia. A finalizar el año, sólo a pocas horas antes de terminar su período como gobernador , firmó un decreto reconociendo a los Wichí como dueños del territorio, reafirmando que los Wichí deberían tener el título comunal de todo su territorio.

Como resultado del proyecto, los Wichí crearon una organización por medio de la cual ellos podrían ser representados en reuniones oficiales con el gobierno. Lo llamaron Thaka Honat (Nuestra Tierra) y cada pueblo manda a sus representantes a las reuniones.

Los wichies

LOS WICHIS


(Wichís: voz que significa “paisano” en el lenguaje wichí y con la que eligen ser llamados)
La nación mataca llegó a ocupar un área relativamente extensa, ya que se los podía encontrar en territorios de las actuales provincias argentinas de Chaco y Formosa, como también en las zonas cercanas a los actuales países de Bolivia y Paraguay. Las aldeas Matacas estaban ubicadas, en su mayoría a lo largo de las márgenes de los ríos Bermejo, Teuco, Pilcomayo y otros de menor caudal.
La fisonomía del indio mataco no fue tan agradable al hombre blanco como la de otras tribus. De cara más achatada que la del toba, presenta ojos más grandes y alargados, oblicuos hacia el lado de la nariz. En la cara ancha con pómulos muy pronunciados se distinguen la frente reducida, la nariz achatada, la boca grande con labios gruesos y pequeños dientes, parejos, blanquísimos y tan fuertes que ni en los ancianos disminuían su vigor. La cabeza grande y maciza cubierta por cabello largo y revuelto. De espalda y pecho anchos, piernas y brazos bien proporcionados, los pies mas bien chicos al mismo tiempo que vueltos hacia adentro.
Trabajadores responsables, son a la vez reservados y desconfiados. El idioma resulta difícil y de pronunciación dura. La sintaxis es simple y directa, como ocurre con todos los pueblos sin literatura, el vocabulario no contiene más que las palabras correspondientes a las necesidades diarias, faltan por ello los conceptos más elevados que impliquen abstracción
La alimentación mataca era vegetal y animal, comían las piezas obtenidas en la caza, pescados de ríos y esteros, frutos silvestres. En algunas oportunidades sometían la carne a la acción del fuego, para ello hacían girar entre las manos un madero cilíndrico sobre otro puesto horizontalmente, hasta encender el aserrín resultante. Gustaban muchísimo de las bebidas alcohólicas, obtenidas por la fermentación del fruto del algarrobo, también conocieron el tabaco.
Construían sus viviendas con ramas plantadas en el suelo conformando una bóveda en la parte superior, sobre ellas arrojaban abundante paja hasta cubrirla por completo. Estas casas eran siempre bajas variando el tamaño de acuerdo al número de habitantes del núcleo familiar. Los poblados se formaban por la agrupación de un número variable de construcciones. Cuando debían mudarse acostumbraban a quemar sus chozas.
Los elementos utilizados en la vida diaria eran escasos, un limitado ajuar doméstico, unas pocas pieles para acostarse, algunos cacharros de barro y bolsas que colgaban en las paredes. En la puerta de cada casa plantaban una lanza y junto a ella el arco y las flechas.
En su estado natural – es decir viviendo en la selva- ambos sexos no acostumbraban a llevar ropas, fuera de ella los hombres usaban taparrabos y las mujeres una manta o delantal de tela o cuero, cubriendo desde la cintura a las rodillas. Ambos sexos usaban camisas tejidas por ellos mismos y calzaban ojotas. En cuanto a los adornos se pudo observar collares, pulseras de cuero y vinchas de plumas de avestruz. Estas últimas eran portadas como amuletos, también cintura, muñecas y tobillos podían ser adornados con plumas. El tatuaje era un adorno más, además de una costumbre entre estos pueblos. Las formas eran geométricas. Así mismo, recurrieron a la pintura en la cara como manifestación del estado afectivo, así el negro indicaba duelo, el rojo y el verde eran colores también usados.
La familia, monógama surge del matrimonio que se realiza previo convenio entre los pretendientes. En épocas prehispánicas algunos individuos convivían con dos mujeres bajo el mismo techo. La delimitación de actividades masculinas y femeninas era clara. El hombre llevaba a la familia los alimentos, fabricaba armas y guerreaba, mientras que todas las otras tareas del autoabastecimiento familiar y social corrían por cuenta de la mujer. Los niños, muy considerados, se criaban bajo la directa vigilancia de la madre.
Las agrupaciones de matacos re4conocían jefe o caciques que los dirigían durante la guerra y que presidían en muy contadas ocasiones la vida interna del pueblo. Para un mejor ordenamiento, distinguían al cacique general de los secundarios y de los capitanejos, de áreas de dominio más restringidas. En su relación con el blanco no fueron particularmente agresivos, no obstante, se tiene la certeza de que sus guerras intestinas han sido continuas y sangrientas. Según algunos autores los motivos podían ser la invasión de una tribu de la jurisdicción de pesca o caza de otra, la venganza de simples ofensas, etc. Los ataques se llevaban por sorpresa, las poblaciones que los sufrían quedaban arrasadas, viviendas incendiadas, mujeres y niños capturados, prisioneros adultos muertos.
No conocieron el comercio, realizando simples trueques o intercambios con pueblos limítrofes, de este modo conseguían productos que les interesaran para uso en la vida diaria.
No sucedió lo mismo con respecto a la expresión artística, que era ejercitada por ellos. Si bien sus aptitudes eran limitadas, se exteriorizaban a través de ornamentos, alfarería, danzas y cantos.Tejidos, bolsas y otros trabajos con fibras eran adornados de modos diferentes, también las pipas de madera no representaban lisas sino con delicados ornamentos. La alfarería no tuvo destacada importancia, siendo muy escasos sus cultores.
Sus sencillas danzas consistían en rítmicas carreras en círculos, zig zags, movimientos repetitivos, etc. Lo mismo ocurría con los cantos, igualmente primitivos, construían pequeños silbatos de madera mediante los que emitían sonidos. Los cantos, junto con gritos y saltos, constituyeron uno de los procedimientos de sacerdotes o hechiceros para curar a los enfermos, hacían las veces de médicos.
Así vivieron los representantes de uno de los grupos indígenas del Chaco, cuyos descendientes aún se encuentran en algunas poblaciones de la provincia.

Wichí : Economia

En su origen se trata de un pueblo de Cazadores , Recolectores y Pescadores especializados merced al contacto de un medio naturalmente rico en fauna y especies vegetales. Los ríos que atraviesan la región fueron de gran importancia en la economía de éste pueblo, a tal punto que sociedad, cultura, mitos responden a ello dando forma a una particular cosmovisión ; dotados de un horizonte mítico importante, éste llega a condicionar su régimen de vida. El origen del sistema económico tiene nacimiento a partir de mitos vinculados con la creación. Así por ejemplo, el quebrantamiento del tabú originario por parte de su héroe cultural Tok'uaj habría dado nacimiento al río Pilcomayo y al aprendizaje de las técnicas de pesca. Del mismo modo el conocimiento de los materiales o fibras utilizadas en su artesanía, proviene del descenso por el espacio cósmico de las mujeres, a través de las fibras del chaguar. Los rudimentos agrícolas también les habría sido enseñado por Tok'uaj, proveyéndolos de la técnica para esos fines, tales como el palo cavador con el que realizan la siembra y roturación de la tierra en pequeños cultivos familiares. Las actividades son de tipo comunitarias y depredadoras pero existen elementos dentro de la religión que regulan la actividad. El dios de los seres vivientes defiende la naturaleza castigando a un miembro de la comunidad cuando no respeta sus reglas, algunas de ellas son: no cazar ni pescar de más, no desperdiciar lo obtenido, no jugar con lo recolectado, devolver la cabeza de los peces al río; el wichí vive en total armonía con la naturaleza teniendo plena conciencia de su cuidado y protección.

rio 1.jpg (26145 bytes)pesca es una de las actividades predilectas a juzgar por la particular intensidad con que es practicada en la época de crecida de los ríos, el período de pesca se denomina en wichí, namwahát, lit, "vienen los peces", se inicia aproximadamente en mayo y finaliza al comienzo de la creciente de los ríos; los pescadores, provistos de sus redes y demás implementos forman una valla en el río, perpendicular al mismo, mientras dos hombres, que reciben el nombre de olá sinoh ("perro"), se adelantan unos 200 mts. río arriba para bajar por el mismo golpeando el agua con unas varas y de éste modo dirigir el cardumen hacia la valla; los elementos usados para la actividad son palos, yicas, redes de cháguar, lanzas, fijas, trampas de madera y yuyos, tansas y anzuelos. La ("mi animal") o

pesca 3.jpg (23025 bytes) pesca 4.jpg (29992 bytes)caza se desarrolla en dos ámbitos bien definidos, el campo (ahló) y el monte (taynhí). Las comunidades distinguen las siguientes variedades del monte: chisé, el monte sin árboles altos, ralo, hoót, el monte arenoso con mistol, algarroba y tusca y nachíp, el monte con duraznillo, pencas y quebracho blanco, poco arenoso. Respecto al campo diferencian el campo "grande", ahlotawúh y el campo "chico", ahloslás.Éstos dos ámbitos están regidos y controlados por dos teofanías de las que obtuvimos solamente el nombre de la correspondiente a ahló y que denominan ahlolelé, el levúk - dueño del campo- La

paisaje 1.jpg (35101 bytes) La caza se practica durante todo el año, aunque ciertas especies son más frecuentes en determinadas épocas. Tales la iguana, cuyo período de caza es especialmente propicio entre noviembre y febrero y el quirquincho o el gato montés que abundan en los meses de julio y agosto. Es una actividad masculina que se realiza en grupo, para ello usan armas blancas (garrote, cuchillo, etc.) y perros. El producto de la caza se reparte entre los miembros del grupo y la conservación se realiza a través del sancochado, que implica una cocción breve y luego secado al sol en el techo de la vivienda, y el charqueado.

Las presas más apreciadas por los wichí son el tigre, el ñandú, diferentes variedades de armadillos, el oculto, los pecarí, el tapir, la corzuela, la vizcacha, el conejo y otros. Cuando la caza excede lo que el grupo necesita para la subsistencia se venden algunas piezas. El origen de la caza y de los animales en general se debe a la acción mítica de Tok'uaj, teofanía que, como veremos más adelante, tiene a su cargo la creación de la mayoría de los entes relacionados con la actividades de producción.

La recolección es una actividad que se inicia en la época de maduración de los frutos (octubre-noviembre), coincide con el inicio del tiempo de calor. Las mujeres son las encargadas de efectuar esa tarea junto a los niños. Según sus creencias fué Tok'uaj quien enseñó a las mujeres a buscar el cháguar y fabricar piolas para las yicas; ellas debían buscar los frutos del monte mientras que los hombres sólo podían buscar el atáh (cebil) porque ellos lo usan para hacerse hechiceros. La creación de los diferentes vegetales se atribuye a Tapiatzól.

Con la algarroba los wichí preparan la aloja (hatés), una bebida fermentada que tiene especial importancia en las celebraciones que se realizan en ocasión de la primera menstruación. La espera de la fermentación de la bebida es acompañada por el sonar del pimpín, tocado frecuentemente por el shamán, quien lo ejecuta sentado cerca del yuchán (palo borracho) en donde aquella se elabora y que rememora el tocar del pimpín del Tapiatzol cuando propició el crecimiento del primer algarrobo; el chañar, mistol, doca, uva del monte, sacha sandia son otros de los frutos comunes de recolección; se atribuye a Tok'uaj el haber otorgado los nombres a las plantas del monte luego que Tapiatzól las originara. El poder del canto de Tapiatzól atrae la lluvia y ésta produce el crecimiento de los árboles. En la tarea de recolección se buscan también elementos útiles no comestibles: el cháguar ( planta bromilácea que se utiliza para hilado), leña, barro y semillas; la venta de leña es una actividad femenina, la mujer lleva tres atados colgados en la espalda sostenido por la cabeza con hilos de cháguar.

La miel se recolecta desde el mes de agosto, época del florecimiento de los árboles y continúa hasta la temporada de heladas. Esta actividad la realizan los hombres. Las abejas reciben la denominación de lewós, aunque los aborígenes reconocen diferentes especies. La miel se denomina pinú pero se la nombra también de acuerdo al nombre propio de la abeja que la produce; así por ejemplo, pinutáh (extranjera), wosá (mestiza), masá (carnicera), woná nowaslík (lechiguana) y otras. (bala),

cosecha.jpg (44809 bytes) siembras y cosechas De acuerdo a las informaciones recogidas, se realizan dos anuales. La primera siembra se realiza en el mes de agosto y su cosecha se efectúa en diciembre y la segunda siembra abarca el mes de enero mientras la cosecha se extiende desde mayo a junio aproximadamente. Tanto los aborígenes como los criollos suelen sembrar en épocas de lluvias, en laderas de ríos o en terrenos más bajos, se cosecha, principalmente, anco, zapallo, maíz, sandía, melón y batata; en las comunidades de San Felipe y El Breal (Rivadavia Banda Sur) se hicieron experiencias de siembras intensivas desde el estado que fracasaron probablemente por el desconocimiento del manejo de la tecnología apropiada y por las dificultades para la planificación en estos grupos.

Cuando se inicia la cosecha el primer fruto se conserva con el fin de utilizar las semillas en la siguiente siembra. El origen mítico de la distribución del producto de la cosecha se atribuye a la enseñanza de Tok'uaj. Cuando llega la época de cosechar el dueño de la chacra invita a todo el campamento a participar de la misma. Los hombres recogen en especial el maíz mientras que las mujeres, el resto de los vegetales. Según otra información, la mujer del dueño de la chacra reparte entre toda la aldea los frutos por familia, redistribuyéndose luego, cuando se cosecha en otras chacras; así en tiempo de cosecha la circulación de los productos es permanente en toda la aldea . Se prohíbe a la mujer menstruante entrar en la chacra porque podría causar la destrucción de los sembrados.

Podríamos decir que según lo que se desprende de las tradiciones aborígenes los bienes culturales relacionados con las actividades económicas revisten el carácter de don, es decir, fueron otorgados en los orígenes por un personaje quien mediante su acción los introdujo en el grupo, en otros casos son percibidos como productos de la transformación de un personaje que también actuó en el tiempo originario-Tok'uaj- y que por un acto de voluntad de una teofanía se metamorfoseó en el ente actual; de esta manera el concepto de "invención" o "descubrimiento" no cabe como contenido de conciencia de éstos grupos indígenas; se evidencia una relación entre ámbitos y sexo, así por ejemplo, el mundo de la recolección de vegetales silvestres es un hábitat netamente femenino, mientras que el de la caza, pesca y recolección de miel son exclusivamente masculinos. Se concibe al mundo como una gran sociedad, en la cuál los hombres se relacionan con la naturaleza mediante nexos de carácter social y jurídico que son del mismo tipo que se establecen entre los hombres.

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En general las mujeres se dedican a las artesanías, salvo el trabajo de la madera, que es masculino, y va desde la carpintería más o menos elaborada hasta los pajaritos de palo santo, de algunos artesanos provenientes de misiones religiosas de otros municipios. Todo el trabajo de la madera se realiza rudimentariamente, con serruchos comunes, por lo que la elaboración de una tabla puede llevar más de un mes. Las mujeres trabajan el cháguar, el barro y las semillas.

artesania 1.jpg (11391 bytes) Con el cháguar hacen principalmente las "yicas". La tarea abarca desde la recolección del chaguar, machacado, secado, hilado sobre la pierna, teñido (con tinturas naturales de algarrobo, lecherón, palo azul,etc.) y tejido unos días. Cada yica insume tres días de tejido.

Con el barro hacen tinajas, botijas, macetas. Antiguamente todos sus utensilios de cocina eran de barro. La calidad de cada artesanía se ha ido perdiendo por la creciente desvalorización cultural y el bajo precio relacionado con el esfuerzo.

Las changas más importantes de las comunidades que viven a orillas del Bermejo es la de guía de los pescadores. Su tarea consiste en buscar los mejores lugares, acarrear leña, cargar y descargar, etc. El pago consiste en ropas, mercaderías, medicamentos, y a veces dinero. Esta actividad los enorgullece, en general cada pescador tiene un guía identificado al que busca siempre y esto los hace sentir valorados. Reciben buen trato, un importante contacto en la ciudad, etc.

Durante la época de cosecha, en Embarcación, Pichanal, Ledesma, etc., entre abril y julio muchos se trasladan a trabajar cosechando poroto, caña de azúcar, tabaco, etc. Viajan en camiones que vienen por ellos durante tres meses, trayendo al regreso algunas ropas, algunos elementos como radios, grabadores, bicicletas; pero los resultados no suelen ser muy provechosos, muchas veces regresan en condiciones muy malas de salud como desnutrición infantil, tuberculosis, etc.

En lo que hace a ganadería solamente en San Felipe hay algunas vacas, entre 5 y 10 en las familias que tienen. La mayor parte de la comunidad wichí suelen tener unas cabras por familia, algunos cerdos y gallinas. El Wichí tiene una amplia capacidad de domesticación de animales, suele verse animales naturalmente salvajes conviviendo libremente en las misiones con las familias.

En cuanto a empleos estables es mínima la proporción para el wichí, en el área de salud de 55 empleados solo tres son wichí; mayores posibilidades tienen en la educación como auxiliares bilingues.

Wichí : Relaciones con otras comunidades


El hábitat mataco-mataguayo en el noroeste del Chaco parece encontrar su explicación en la presión ejercida por los guaycurúes, en actitud de constante acoso. Incluso deben haber tenido dificultades con los chiriguanos, guerreros sumamente belicosos. En el siglo XVI deben haber ocupado parte del sector Chaco-Occidental habitado por los Lules-Vilelas, quienes posteriormente se expandieron hacia el sudoeste; debe haber habido un cierto contacto con las comunidades de la zona de Valles y Quebradas a juzgar por los elementos encontrados en Santa Rosa de Tastil que evidencian un cierto intercambio comercial entre ellas, algunos rasgos culturales dan la pauta de que la zona del Chaco pudo haber sido una zona de contacto en donde Tastil cumplía funciones de nexo socio-político y comercial haciendo de puente para el intecambio de mercaderías desde el Alto Perú hasta la zona del Cuyo.

Wichí : Vivienda

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En la comunidad wichí solo el 24 % de las casa son de adobe. La vivienda más característica es de palo a pique o quincho, está formada por 4 horcones de palo santo en general y revestidas las paredes con ramas. El techo es de ramas y tierra. Es una sola habitación, donde duerme toda la familia. La vida transcurre bajo un frondoso algarrobo que siempre hay al lado de la vivienda, el fuego se hace afuera en verano y adentro en invierno, pero se cocina principalmente afuera.
La vivienda no es un elemento importante en la cultura wichí. Algunos documentos se refieren a chozas cupulares que fueron usadas antiguamente reemplazadas por la descripta. Pero los aborígenes más viejos cuentan que la casa era el monte, y que esto se hizo vital en la época de las persecuciones cuando "no había que dormir nunca en el mismo lugar" ni dejar rastros de haber permanecido en un sitio determinado.
Esto explica en parte la capacidad de superar las inclemencias del tiempo que tienen las comunidades. Las casas no defienden de las lluvias, del frío o del viento. Algunos revisten con barro el lado que da al sur de donde vienen los vientos fríos.